Sobre Dudas Razonables

La duda razonable, es la extrema demostración de la capacidad de pensamiento crítico que llegamos a tener los seres humanos. Nuestro pensamiento independiente, puede hacernos entender de forma diferente lo que, incluso para una mayoría, es una verdad inquebrantable. No porque la sociedad piense de una forma, se tiene la posesión de la verdad. A veces, incluso, una gran mayoría es capaz de defender posturas claramente perjudiciales para todos.

La primera vez que escuché el término fue en la espléndida película «Doce hombres sin piedad». Una obra maestra del cine, que recomiendo vean. Uno de los 12 hombres que componen el jurado popular sobre un caso de asesinato, defiende la inocencia del presunto autor, frente a  los 11 votos culpabilizadores de los restantes miembros. En una pequeña y calurosa sala, el hombre explica su argumento y, tras él, pide una nueva votación secreta. En el recuento, y cuando nadie lo esperaba, se suma un nuevo voto de inocencia (2 contra 10). Un anciano dice «He sido yo», con la voz muy cascada pero firme. «¡El viejo!» comentaron varios, asombrados. «Sí -continuaba el abuelo- y lo he hecho por una razón muy simple: éste hombre se ha enfrentado a todos nosotros, pero no ha dicho que el chaval sea inocente. Ha dicho que tiene una «duda razonable», y para él es suficiente para debatir y no tomarse el asunto a la ligera. Por eso le doy mi apoyo. Yo la verdad es que también tengo una «duda razonable».

Por eso debe imperar nuestra libertad, sobre la presión social que nos intenten ejercer los demás. Por supuesto, el hombre tiende, y debe tender, a asociarse por mejorar su realidad. Creo firmemente en que el asociacionismo y el cooperativismo, son herramientas muy útiles y necesarias para la humanidad. Gracias a ellos, se obtuvieron y se obtienen, enormes avances en todos los campos de desarrollo. Pero por encima de ello, debe permanecer nuestra conciencia, nuestra dignidad y, especialmente,  nuestra libertad de dudar de forma razonable, es decir, con argumentos sólidos, de peso (con datos fidedignos). Sin ella, la humanidad hubiera sido muchísimo más fácil de dominar. Sin un «Espartaco» en la Historia, que diera la vida por la libertad, posiblemente hoy todos seguiríamos  siendo esclavos. Sólo uno, entre millones, es capaz de encender una luz que les alumbre.

Los filósofos cínicos, encendieron muchas luces de ese tipo, con grandes dotes de ironía. Decía Diógenes de Sínope (s. V-IV a.C) por las calles de Atenas, con un candil en la mano y a plena luz del día: «Busco un hombre honesto sobre la faz de la tierra».

Curiosamente, su crítica a las diferencias de clases, y a lo supérfluo de las convenciones sociales (solía ir desnudo por la calle), causaba risa y estupor entre sus colegas filósofos. Uno de ellos era Aristipo (filósofo adulador del rey), que se mofaba de él por comer unas simples lentejas. «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no estarías aquí comiendo esas asquerosas lentejas». A lo que contestó Diógenes: «Si aprendieras a comer unas simples lentejas, no tendrías que estar adulando al rey». El colmo de su cinismo llegó al ser desterrado de la ciudad por asuntos económicos. Su respueta fue una evidencia más de hasta qué extremo llega el pensamiento independiente: «Ellos me condenan a irme, y yo les condeno a quedarse».

La sociedad nos obliga a adoptar costumbres que incluso llegan a regular nuestra fisiología. Algo tan humano y elemental como es la alimentación, está determinantemente influido por el conjunto de costumbres que habitan en nuestro lugar de nacimiento o residencia. El horario, los alimentos, la cantidad, la forma y el lugar de tomarlos… son rígidamente establecidos desde que tenemos uso de razón. Incluso algo tan íntimo pero a la vez supérfluo como puede ser nuestro aspecto, es el resultado de una serie de parámetros diseñados por otros… Estar gordo, delgado, musculoso o fláccido, vestido informal o elegante… o incluso el simple hecho de estar vestidos, es una convención artificialmente social.

En 1951, Solomon Asch, junto a un grupo de científicos norteamericanos un curioso experimento que demuestra hasta donde llega la fuerza de la presión social sobre nuestra libertad de opinión. Un grupo de universitarios eran llamados para realizar una «prueba de visión». En realidad, todos eran cómplices del experimento, excepto uno, que hacía de sujeto de estudio. Una vez sentados en una sala, todos vislumbraban dos diapositivas. La primera, mostraba la figura de una línea recta de una determinada longitud. En la segunda, tres líneas se presentaban con letras.

La pregunta era sencilla: ¿Cuál de las tres líneas de la segunda imagen posee la misma longitud que las de la primera imagen?. Al responder los universitarios cómplices (todos menos uno), éstos respondían unánimemente la A. De esta forma, al llegar el turno del sujeto de estudio, éste se sufría el dilema de responder lo que su vista le dictaba o lo que la gran mayoría de la gente estaba respondiendo. Los resultados fueron espectaculares. Casi el 40% de los sujetos de estudio, terminaron respondiendo lo mismo que los demás. Muchos, llegaron a aducir problemas de vista. Si la mayoría dice que no, es que mi vista me engaña y es otra la otra línea. La presión social puede, incluso, llegar a hacernos ver y a creer cosas que no son.

Ahí es donde empieza y termina nuestra libertad. En nuestro pensamiento, y en nuestra acción. Nuestra capacidad ilimitada para decidir. De nada nos servirá echarle la culpa a los demás. La última esperanza está en nosotros mismos. No les hablo de neoliberalismo, de esa falsa libertad económica que enriquece a unos a costa del empobrecimiento de otros. Les hablo de libertad, con mayúsculas. Esa inifinita capacidad para pensar y decidir lo que realmente queremos ser. Y sean conscientes, dignos, y razonables para ganársela, pues otros no tardarán en intentar aprovecharse de ella.

«Solo es digno de la libertad, quien sabe conquistarla cada día». Goethe.

11 Responses to Sobre Dudas Razonables

  1. Santi says:

    Me gusta el blog y me gusta este post.

    Al leerlo me acordé del gran libro de John Stuart Mill, «Sobre la Libertad». Hasta el propio Mill tiene «mala fama», la fama que le han dado los que le han utilizado para justificar esa supuesta libertad económica. Han mancillado la propia palabra, los que se autodenominan liberales (al menos en España) hablan sólo de una libertad, la económica, no de la social, de esa no quieren saber nada. Pero esa otra Libertad es la que nos interesa.

    Un saludo,
    Nos leemos.

    • Dudas Razonables says:

      Muchas gracias. Me alegra que te guste el blog y el post.

      Totalmente de acuerdo. Esa parte de Stuart Mill que hablaba de conciencia del ser humano sobre la presión social sobre el individuo, merece ser reivindicada, frente a la otra, la que aprovechan los neoliberalistas.

      En el espléndido documental Zeitgeist Addendum (2008) que puede verse gratis en google, se cita una memorable frase, a la manera de Mill, del escritor y filósofo indio Krishnamurti:

      «No es indicio de salud, estar bien adaptado en una sociedad enferma».

      Te recomiendo la visión de ambos documentales: «Zeitgeist» y «Zeitgeist addendum». Me parecen los dos mejores documentales de la historia.

  2. Santi says:

    Me los apunto para verlos.

    Un saludo.

  3. Malu Acero says:

    creo que la duda razonable siempre surge al tener criterio propio y una masa crítica de personas conscientes puede cambiar muchas cosas, enhorabuena por el blog

  4. Virginia says:

    Excelente y oportuno el comentario, tanto que muchos de los datos vertidos en él, además de significar una revisión histórica, me ayudaron a rememorar cosas, frases y pensamientos que, por cualquier excusa había almacenado entre los recuerdos que rara vez se toca. Pues bien, hoy, lamentablemente cada una de esa palabras me sirven de argumento para instaurar «la duda razonable» entre mis conciudadanos después de haber sido atropellados institucionalmente por el poder político local en un acto de salvajismo y barbarie (la violencia física ejercida por nuestro intendente hacia los ciudadanos presentes, por opinar distinto, por expresarse). Pido permiso para citar tu comentario (identificando tu blog como fuente) para difundir lo que realmente necesita mi pueblo. Excelente, nuevamente…

  5. Bets says:

    Hace 2 dias, un amigo me paso el enlace a esta web, y debo felicitaros por ella, es una prueba mas, de que la red es la poderosa herramienta que une a los que demandamos un cambio, un giro hacia la Libertad, la Democracia y la Informacion, contra la sarta de mentiras, corrupciones, promesas incumplidas y maquillajes o «contabilidades creativas» a las que nos someten los de la clase politica. Un lugar de encuentro para los que, aun pensando diferente, queremos enriquecernos y compartir, a la vez que aprender.
    Personalmente, debo reconocer que soy una esceptica, he visto Zeitgeist y me parecio un poco «conspiranoico», aunque despues de meditar, vale, no creo en teorias conspirativas, pero tampoco creo en las coincideincias, y despues de leer algunos articulos aqui, me estoy cuestionando si realmente me estaba dejando llevar por el «si no lo veo no lo creo». Por que lo cierto, es que ya son demasiadas coincidencias. Insisto, en que no soy «conspiranoica» pero algo pasa…. estaré atenta.
    gracias por vuestro trabajo!! y saluditos

  6. Dudas Razonables says:

    Es una suerte infinita que cualquier persona, de la procedencia, ideología, o creencia que tenga, sea capaz de ver, pensar y criticar la realidad que tiene a su alrededor. Gracias a eso, la sociedad llegará hasta donde quiera llegar.

    Gracias por los ánimos, y por tus lecturas. Y as seguir «atenta».

  7. Reinaldo Muñoz says:

    Excelente artículo. Debería ser de lectura obligada para toda persona que presume de ser un demócrata y que, sin embargo, es ciego ante el ‘poder’ de la mayoría estadística. Es un verdadero canto al derecho que tienen las minorías a ser escuchadas y tomadas en cuenta

    • Dudas Razonables says:

      Gracias señor. Encantado de saber que hay gente aún preocupada porque las minorías sean tenidas en cuenta. El gran problema de este mundo no es que las minorías no sean tenidas en cuenta. Es que las minorías no son conscientes del poder que tienen uniéndose.

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